Si sólo tenés 5 minutos:
- Ante la incertidumbre que despierta la pandemia, la tentación de recurrir al autoritarismo y a ejecutivos superpoderosos aumenta, especialmente en aquellas sociedades cuyas democracias ya se encontraban debilitadas.
- Líderes de Hungría, Serbia, Egipto, Israel y otros países intentan aprovechar la situación para aumentar su poder. La libertad de prensa también se ve atacada en todo el mundo: estados no democráticos de Medio Oriente y África, como Irán o Marruecos, prohibieron la circulación de periódicos impresos.
- Con la excusa de frenar la pandemia, algunos gobiernos decidieron implementar herramientas de monitoreo antes utilizadas en operaciones contraterroristas para controlar a sus ciudadanos.

El mundo atraviesa hoy una situación extraordinaria y sin precedentes en la historia moderna. Convencidos de que las herramientas tradicionales no son suficientes para evitar la expansión del coronavirus y el derrumbe de la economía global; numerosos gobiernos se valen de políticas inusuales, como aislamiento social obligatorio, cierre de fronteras y monitoreo masivo de la población. La afirmación «tiempos desesperados requieren medidas desesperadas» parece tener más vigencia que nunca.
En un artículo publicado en el Financial Times, el célebre historiador y escritor israelí Yuval Noah Harari aseguró que las decisiones que los gobiernos tomen en las próximas semanas podrían transformar el mundo, impactando no sólo en el sistema sanitario, sino también en la economía, la política y la cultura. Es decir: muchas de las medidas que se adopten ante esta crisis se volverán parte de nuestra vida cotidiana cuando la pandemia pase.
Al momento de analizar algunas políticas implementadas por las autoridades de los diversos países, se abren dilemas que no son para nada menores: ¿son algunas de estas medidas verdaderamente extraordinarias y temporales? ¿Podrían los gobiernos autoritarios aprovechar la situación y aumentar aún más su poder? ¿Quién garantiza que los instrumentos de vigilancia aplicados sobre la ciudadanía no serán, en el futuro, utilizados para otros fines?
LA TENTACIÓN AUTORITARIA
En los últimos meses el coronavirus acaparó la atención de toda la humanidad, dejando a muchos otros asuntos importantes en un segundo plano. Daniel Baer, politólogo y ex-diplomático norteamericano, advirtió sobre esto en un artículo publicado en la revista Foreign Policy, en dónde además afirmó que la situación actual puede ser una oportunidad para que algunos gobiernos de tinte autoritario intenten acrecentar su poder. «No deberíamos permitir que el coronavirus, o la atmósfera de emergencia que despierta, se convierta en un velo que nos impida mantener una perspectiva a largo plazo», aseguró.
Ante la incertidumbre que despierta la pandemia, la tentación de recurrir al autoritarismo y a ejecutivos superpoderosos aumenta, especialmente en aquellas sociedades cuyas democracias ya se encontraban debilitadas. El caso paradigmático es el del ultraderechista Viktor Orbán, primer ministro húngaro, que recientemente logró la aprobación de una ley que le permite, entre otras cosas, gobernar por decreto indefinidamente. A pesar de que su Ministra de Justicia, Judit Varga, aseguró que se trata de un intento del gobierno por proteger a sus ciudadanos, medios internacionales afirmaron que en Hungría la democracia ya no existe. En Serbia, el presidente Aleksandar Vucic asumió plenos poderes tras declarar el estado de emergencia.
La libertad de prensa también se ve atacada en muchos lugares del mundo, según informó Columbia Journalism Review. La ley aprobada por el parlamento húngaro le permite a Orbán encarcelar a todos aquellos que difundan «desinformación» sobre el brote de Covid-19, aunque no proporciona más detalles sobre el significado o el alcance del concepto. Periodistas temen que la medida se utilice para censurar opositores y dificultar el acceso de los reporteros a la información. En países no democráticos de África y Medio Oriente como Jordania, Omán, Marruecos, Yemén e Irán se prohibió la circulación de periódicos impresos.
Para ampliar: «Para derrotar al virus autoritario» (publicado en el New York Times, el 6 de abril de 2020).
VIGILANCIA A LA POBLACIÓN: ¿CUÁL ES EL LÍMITE?

Con la excusa de frenar la pandemia, otros gobiernos decidieron implementar nuevas herramientas para monitorear a sus ciudadanos. El primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, autorizó a través de un decreto la aplicación de tecnologías de vigilancia digital -normalmente utilizadas en operaciones antiterroristas – para identificar no sólo a posibles contagiados sino también a todos sus contactos. En Egipto, el presidente Abdel Fatah Al Sisi desplegó en las calles de El Cairo a tropas especializadas en guerra química y en China, el gobierno de Xi Jinping obligó a sus ciudadanos a reportar su temperatura corporal y sus condiciones médicas, además de monitorear sus smartphones. El líder de Filipinas, Rodrigo Duterte, fue más allá y ordenó al ejército «disparar a matar» a quienes no cumplan con la cuarentena.
En su artículo, Yuval Harari aseguró que el coronavirus es la primera crisis en la historia en la que la tecnología posibilita a los gobiernos vigilar a todos los ciudadanos simultáneamente. Para el autor, la actual pandemia podría significar un antes y un después en la historia de la vigilancia, no sólo porque podría legitimar su uso en países que hasta el momento lo rechazaban, sino porque también podría implicar la aplicación de monitoreo biométrico o «under-the-skin». Esto último le permitiría a los Estados conocer no sólo el estado de salud de cada ciudadano, sino también sus emociones y sus reacciones biológicas a ciertos estímulos.
Hasta el momento, los gobiernos anunciaron el uso de tecnologías de monitoreo digital en el marco de una situación excepcional. El problema, sin embargo, reside en la posibilidad de que dichas medidas se extiendan una vez finalizada la pandemia. Al respecto, Harari afirmó que las medidas de emergencia tienden a prolongarse en el tiempo. «Incluso cuando la cantidad de infectados se reduzca a cero, algunos gobiernos hambrientos de datos podrían argumentar que necesitan mantener los sistemas de vigilancia biométrica en su lugar porque temen una segunda ola de coronavirus, o porque hay un nueva cepa de Ébola expandiéndose por África Central o porque… ustedes entienden el punto», subrayó.
Para ampliar: «Yuval Noah Harari: the world after the coronavirus» (publicado por el Financial Times el 20 marzo de 2020)
LA SOLUCIÓN: INFORMACIÓN Y CIUDADANÍA

El aparente dilema entre salud y privacidad es falso, resaltó Harari, porque los datos podrían no sólo empoderar al gobierno sino también a la ciudadanía, e incluso ayudar a esta última a controlar a los funcionarios y exigirles mayor transparencia. Para evitar caer en los brazos del autoritarismo, no sólo es fundamental fortalecer las instituciones democráticas, el Estado de derecho y la cooperación internacional; sino también aumentar la confianza de la población en los científicos, los gobiernos y los medios de comunicación.
«¿Cómo lográs que millones de personas se laven las manos con jabón? ¿Colocás una cámara de vigilancia en cada baño? ¿O les enseñás en las escuelas sobre los virus y bacterias, les explicás que el jabón puede remover o matar esos patógenos y dejás que ellos mismos se hagan a la idea?» planteó Harari en una entrevista con La Nación.
Así como la pandemia puede permitirles a ciertos líderes aumentar aún más su poder, también es una oportunidad para fomentar el multilateralismo y la solidaridad entre Estados, al igual que para socavar la fe en el populismo y en los gobiernos dictatoriales. Después de todo, tal como subrayó el director de la organización Human Rights Watch,Kenneth Roth, en el New York Times, los gérmenes no respetan la censura.
Para ampliar: Yuval Noah Harari: «La falta de solidaridad global y liderazgo representan un peligro inmenso para la humanidad» (Entrevista publicada en La Nación. 5 de abril de 2020).
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