Hungría: ¿Qué hay detrás de la nueva ley anti-LGBTIQ?

El pasado encuentro entre Alemania y Hungría en el marco de la Eurocopa 2020 fue mucho más que un partido de fútbol. En él, se infiltraron la política y el ataque a los derechos de la comunidad LGBTIQ húngara, en cuyo país el Parlamento aprobó recientemente una ley que prohíbe la «promoción de la homosexualidad» para menores de 18 años en todos los ámbitos.

Como rechazo a la legislación, el capitán de la selección alemana, Manuel Neuer, portó una cinta con los colores de la bandera del Orgullo, al igual que muchos de los hinchas. Además, el estadio de Múnich, en dónde se disputó el partido, solicitó a la Unión Europea de Asociaciones de Fútbol (UEFA) permiso para iluminar las instalaciones con la bandera del arcoíris, lo cual fue negado por la entidad. Esto no impidió que otros estadios del país, como el de Fráncfort y Colonia, adoptaran la iniciativa.

Lo cierto es que la ley despertó las alarmas dentro y fuera de la Comunidad Europea, no sólo por el ataque abierto a la diversidad y a los derechos de la comunidad LGBTIQ en Hungría, sino también por el miedo de que esto no sea más que otro chivo expiatorio que el Primer Ministro húngaro, Viktor Orbán, esté utilizando para fortalecer su figura y deteriorar aún más la democracia en su país.

¿En qué consiste la ley?

Protestas en Budapest en contra de la nueva ley anti-LGBTIQ. Foto: Gergely Besenyei /AFP via Getty Images.

A mediados de junio, el Parlamento húngaro – controlado por el partido oficialista Fidesz – sancionó una ley que, si bien en lo formal asegura proteger a los niños de abusos sexuales, en la práctica constituye un ataque flagrante a los derechos de las minorías sexuales, en tanto equipara a la homosexualidad con la pedofilia.

Entre otras disposiciones, la legislación prohíbe compartir información que «promueva la homosexualidad o el cambio de género» con menores de 18 años, tanto en medios de comunicación como en la escuela y cualquier otro tipo de instituciones. «La pornografía y los contenidos que representen la sexualidad o promuevan la desviación de la identidad de género, la reasignación de sexo y la homosexualidad no deben ser accesibles a menores de 18 años», argumenta el texto.

Además, la norma determina que sólo las personas y organizaciones acreditadas por un registro especial del Estado pueden enseñar educación sexual en los colegios, a fin de evitar que éstas clases sean brindadas por agrupaciones «con antecedentes profesionales dudosos», ligadas a determinada «orientación sexual».

«Hay contenidos que los menores de cierta edad pueden malinterpretar y que pueden tener un efecto perjudicial en su desarrollo a una edad determinada, o que los niños simplemente no pueden procesar y que, por lo tanto, podrían confundir sus valores morales en desarrollo, su imagen de sí mismos y del mundo», afirmó un portavoz del Gobierno húngaro.

Como resultado, las marcas y empresas no podrán publicar anuncios en solidaridad con la comunidad gay dirigidos a menores de 18 años y los programas de televisión o películas que posean personajes homosexuales o que simplemente utilicen la bandera del arcoíris sólo podrán transmitirse durante la noche, entre las 10 pm y las 5 am. Según la cadena de televisión RTL Klub Hungría, películas como Bridget Jones, Harry Potter y Billy Elliot o series como Modern Family o Friends, en las que se alude a la homosexualidad, quedarán prohibidas para los menores.

La sanción de la ley despertó el rechazo de organizaciones internacionales de Derechos Humanos, como Amnistía Internacional (AI). «Al igual que la infame «ley de propaganda» rusa, esta nueva legislación estigmatizará aún más a las personas LGBTI y a sus aliados», afirmó el director del capítulo húngaro de AI, Dávid Vig. «Incluir estas enmiendas en un proyecto de ley que busca acabar con el abuso infantil parece ser un intento deliberado del gobierno húngaro de combinar la pedofilia con las personas LGBTI», agregó.

También autoridades de la Unión Europea (UE) y funcionarios de otros países europeos, incluyendo Alemania, Suecia, los Países Bajos, Francia e Irlanda, manifestaron su repudio y preocupación por la legislación. El primer ministro sueco, Stefan Löfven, la calificó de «grotesca»; mientras que su par neerlandés, Mark Routte, instó al Gobierno de Orbán a derogarla. Por su parte, la presidenta de la Comisión Europea, Úrsula von der Leyen, afirmó que la ley es «una vergüenza» y aseguró que va en contra «de los valores fundamentales» de la UE.

En Hungría, la persecución a la comunidad LGBTIQ no es algo nuevo

El primer ministro húngaro, Viktor Orbán.

Sin embargo, desde que llegó al poder en 2010 de la mano del partido ultraconservador Fidesz, Viktor Orbán incorporó progresivamente leyes que limitan los derechos de las personas LGTBIQ. El pasado diciembre, logró la sanción de una enmienda constitucional que prohíbe a las parejas homosexuales y transexuales adoptar niños, lo cual se suma a la prohibición del matrimonio entre personas del mismo sexo, en vigor desde 2011.

«Las nuevas y modernas ideologías en el mundo occidental plantean dudas sobre la creación del sexo masculino y femenino, y ponen en peligro el derecho de los niños a tener un desarrollo saludable», argumenta el texto. Además, en 2018 el Gobierno prohibió la enseñanza de cursos sobre estudios de género en las Universidades del país, amenazando con revocar las autorizaciones de aquellas instituciones que se negaran a acatar la medida.

Para muchos analistas, el ataque a la comunidad LGBTIQ por parte de autoridades húngaras responde directamente a objetivos políticos. Por un lado, resulta funcional para la estrategia de Orbán de aumentar su cuota de poder y debilitar aún más la institucionalidad democrática del país. Tal como explica el periodista Zack Beauchamp en su análisis para Vox, la demonización de las identidades queer y trans se convirtió en un elemento central de su retórica nacionalista y autoritaria; a la que se suman las críticas de sus contrapartes europeos, que avivan el fuego. De este modo, bajo esta lógica la identidad húngara «tradicional y cristiana» es amenazada por una UE «globalista» y «alejada de Dios».

«En la narrativa del gobierno, la familia cristiana húngara tradicional está siendo atacada por nefastos liberales globalistas que quieren reemplazar a las madres y padres húngaros con inmigrantes», subrayó Beauchamp. «Defender la nación húngara significa defender a la familia, definida exclusivamente como parejas hombre-mujer que producen más hijos húngaros», agregó.

Por otro lado, la cuestión también responde a la agenda electoral: aunque durante años Orbán construyó su base partidaria en torno a un discurso xenófobo y anti-inmigración, la comunidad gay podría ser un nuevo «chivo expiatorio» con miras a los comicios de 2022. Si bien el partido oficialista Fidesz dominó la arena política del país durante los últimos 10 años, los seis principales partidos de la oposición ya anunciaron que competirán juntos en las próximas elecciones parlamentarias, una estrategia que, hasta el momento, siempre resultó exitosa.

Para ampliar: «How hatred of gay people became a key plank in Hungary’s authoritarian turn» (Zack Beauchamp en Vox, junio de 2021)

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