A continuación, te presentamos la segunda parte de la entrevista con Noelia Wayar – ex directora del área de Relaciones Institucionales e Internacionales de la Municipalidad de Córdoba y actual directora de Ciudades Globales (CiGlo) – realizada en conjunto con el centro de estudios internacionales Córdoba Global. Para leer la primera parte de la nota, podés hacer click acá.

Anteriormente, mencionaste la idea de Ciudades Educadoras. Hoy vemos que hay múltiples agendas en materia de desarrollo urbano, como “Ciudades de 15 minutos”, “Ciudades Sustentables” o “Ciudades Inteligentes”. ¿Cuál de todas ellas creés que es prioritaria hoy en Argentina?
Creo que, de acuerdo al contexto, hay más posibilidades de desarrollar una u otra agenda. Respecto a Ciudades Educadoras existe una red en la que se encuentra, por ejemplo, Rosario; mientras que Córdoba, si bien no es miembro formalmente, tiene mucha experiencia en el tema.
En lo vinculado a las ciudades de cuarto de hora, el arquitecto Carlos Moreno – que es quién las promueve – plantea que nos han mentido con el tiempo, que nos han robado el tiempo, porque estamos muy acostumbrados a hacer grandes distancias para nuestras actividades cotidianas. Con la pandemia, nos dimos cuenta de lo valioso que es el tiempo, de cómo podemos hacer muchas actividades desde casa y ser más eficientes. Moreno argumenta sobre la necesidad de repensar el urbanismo, descentralizando las ciudades para que todos los habitantes puedan satisfacer sus necesidades básicas en un máximo de quince minutos. Es decir, que ya no sea necesario trasladarse, por ejemplo, al centro.
En verdad, no son temas excluyentes sino que se van sumando. Lo ideal es incorporar varias agendas, aunque claramente las circunstancias nos llevan a priorizar algunas y no otras.
¿Cómo afectó la pandemia al posicionamiento de las ciudades como actores internacionales? ¿Las benefició, gracias a que son las que poseen un contacto más directo con la realidad? ¿O, por el contrario, el Estado nacional cobró aún más relevancia?
Creo que hubo un gran rol del Estado. En este momento, era necesario que tuviera un papel más importante y lo demostró, no sólo en Argentina sino a nivel general. También considero que, en parte, la situación fue beneficiosa para las ciudades porque contribuyó a visibilizar su importancia. En muchos lugares, por ejemplo en nuestro país, se generó un debate interesante sobre la autonomía local, debido a que muchos intendentes comenzaron a tomar decisiones sin consultar con otras autoridades.
Se trata de una discusión que se da inclusive a nivel constitucional, en la que hay dos vertientes: algunos sostienen que los gobiernos locales pueden tomar decisiones y otros dicen que no. Es un debate que hasta el momento sólo teníamos los internacionalistas, respecto a la pregunta si los municipios pueden o no internacionalizarse. En definitiva, creo que las ciudades lograron una visibilidad importante.
Por otro lado, el contexto también propició la idea de repensar los espacios públicos urbanos, por ejemplo en lo vinculado a la descentralización y a las ciudades de cuarto de hora. Me parece que se generará un cambio positivo, porque hay un análisis diferente en cuanto al rol de los gobiernos locales, que están siendo bastante escuchados.

¿Cómo ves, por ejemplo, el hecho de que las ciudades colaboren en el esfuerzo económico del gobierno nacional para compensar a los sectores más perjudicados en la economía?
Creo que hay una sintonía en la colaboración a través del Comité de Emergencia, para intentar que estos sectores puedan recuperarse lo más rápido posible. Pero no hay políticas definidas por el municipio, porque éstos no tienen los recursos necesarios para hacerlo. Lo que sí tienen es la posibilidad de llegar a los sectores más postergados, porque quién mejor que el gobierno local para conocer las necesidades de los sectores más vulnerados de la ciudad.
Es decir, más allá de las políticas que tome el gobierno nacional, el que conoce dónde está realmente el problema es el municipio. Pero la falta de recursos hace que no puedan tomarse medidas de apoyo para sectores como el turismo o los salones de fiesta. Es difícil, en relación a eso la administración local no puede hacer mucho.
A modo de análisis general, ¿creés que las principales ciudades argentinas cuentan con una agenda de internacionalización?
Hay algunas ciudades capitales que lo tienen incorporado, si bien no como una política de gobierno – creo que eso no existe como idea, excepto en Buenos Aires, que es un mundo aparte – pero sí tienen un área de relaciones internacionales y buscan tener un norte en la materia. Es decir, tienen armado un equipo y hay una estrategia, pero todavía no se considera positivo el hecho de que una ciudad se dedique a esto. Obviamente, va más allá de áreas fundamentales – nadie quiere compararse con salud, educación o participación ciudadana – pero es necesario reconocer que hay que estar preparados porque a la ciudad le trae muchos beneficios.
Creo que nos falta muchísimo y que siempre hay que estar ejerciendo docencia sobre la importancia de la internacionalización. También existen muchos problemas en materia de comunicación: es muy difícil para un internacionalista comunicar cómo y por qué una ciudad se beneficia por volverse global. Además, en la mayoría de los programas de estudio de relaciones internacionales no están incluidos estos temas, son los mismos internacionalistas quienes deben aprender por qué son importantes.
En nuestro país, la idea de internacionalización de ciudades todavía no está arraigada. Pero en otros lugares, como España, México o Brasil, eso no pasa. Es un proceso, hay ciudades que ya lo tienen incorporado y creo que en algún momento estos temas van a tener más peso. Yo, por ejemplo, he peleado mucho para que las universidades de Córdoba lo incluyan en sus programas. Claramente las universidades suelen ser muy ortodoxas y les cuesta hacer este tipo de cambios, porque pensar que el Estado nacional ya no es el único ni el principal actor en el sistema internacional es tirar por tierra muchas teorías. Claramente es difícil pero, como decía, creo que es un proceso.
Por último, si tendrías que pensar una ciudad modelo en materia de internacionalización, ¿cuál elegirías?
Hasta hace dos años, hubiera contestado la ciudad de San Pablo, porque tenía una política muy interesante a nivel municipal. Había un trabajo internacional muy importante con los distintos sectores sociales y se llevaban a cabo políticas sensibles con las minorías y los sectores más postergados, en materias en las que es difícil que los gobiernos locales se hagan cargo.
Además, el concepto de derecho a la ciudad que había desarrollado San Pablo me parecía fantástico. Como siempre digo, la política se mezcla y en los últimos años cambió un poco el panorama. Pero San Pablo marcaba el rumbo para otras ciudades en temáticas que no eran las que tradicionalmente competen a una ciudad. Fernando Adat – ex intendente paulista – generó un cambio en la idea y el concepto de gestión pública municipal. Para mi era una ciudad modelo, sin irnos a urbes europeas que culturalmente están muy lejos de nosotros. Otra que me parece fantástica es Medellín.
Para ampliar: «Entrevista a Noelia Wayar: ciudades globales y cooperación internacional» (Publicado por Córdoba Global, el 26 de agosto de 2020).
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