El pasado domingo 15 de agosto, la crisis de Afganistán llenó las páginas los principales diarios internacionales y las redes sociales de cientos de miles de usuarios de todo el globo. Con la reinstauración del régimen talibán, se abrió un nuevo capítulo en la historia del país y ¿finalizó? uno de los conflictos más largos para las fuerzas armadas estadounidenses. En esta nota, seis claves para entender lo que pasó y sus posibles impactos en la región y en el mundo.
1. ¿Qué pasó?

Después de 20 años de conflicto, los talibanes volvieron al poder en Afganistán. El pasado domingo, en lo que para muchos fue una caída anunciada, las milicias rebeldes tomaron Kabul – la ciudad capital – y depusieron al gobierno liderado por el presidente Ashraf Ghani, que debió huir del país.
Para ampliar: «Guerra en Afganistán: cronología de una guerra de dos décadas» (Publicado en The New York Times el 17 de agosto de 2021).
2. ¿Quiénes son los talibanes?

El movimiento talibán – que significa “estudiante” en lengua pastún – surgió a principios de la década de 1990 en las zonas rurales del norte de Pakistán y del sur de Afganistán, cuando la Unión Soviética se retiró del territorio afgano. Se originó en las madrasas – escuelas religiosas del Islam – con el objetivo de instaurar la sharía o ley islámica.
Poco a poco, fueron expandiendo su influencia: en 1996 capturaron Kabul, derrotaron al régimen del presidente Burhanuddin Rabbani e instauraron un Emirato Islámico, basado en una interpretación estricta del Corán y en la aplicación de brutales castigos públicos. También restringieron de manera casi total la participación de las mujeres en la vida cotidiana del país.
En 2001 acapararon la atención del mundo tras los ataques del 11 de septiembre al World Trade Center de Nueva York. Fueron acusados de apoyar y ofrecer refugio a Osama bin Laden, líder de la organización terrorista Al Qaeda, lo que motivó la invasión de Afganistán por una coalición internacional liderada por Estados Unidos, que los derrocó.

Desde entonces, los talibanes se convirtieron en una guerrilla insurgente. Poco a poco, fueron ganando terreno en el interior del país, apostando a una guerra de persistencia con Estados Unidos. Los líderes del movimiento consideraron que la Casa Blanca y sus aliados, con el tiempo, se cansarían de destinar recursos al conflicto y se retirarían; hipótesis en la que tuvieron razón.
Según estimaciones de la OTAN, en 2021 el movimiento talibán alcanzó su máxima expansión desde su caída del poder dos décadas atrás, con hasta 85.000 combatientes a tiempo completo. Sus principales fuentes de financiamiento provienen del narcotráfico y la producción de opioides, secuestros, extorsiones e impuestos recolectados en los territorios bajo su control. Además, también se valen de apoyo financiero externo y donaciones de una extensa red de organizaciones no gubernamentales, de acuerdo a un informe del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas.
Para ampliar: «¿Quiénes son los talibanes y qué buscan?» (Publicado en The New York Times el 17 de agosto de 2021).
3. ¿Por qué lograron derrocar al Gobierno afgano?

Para responder esta pregunta, es necesario considerar múltiples factores. Por un lado, la ineptitud y corrupción del Gobierno afgano. Como afirma la experta en seguridad internacional Vanda Felbab-Brown, durante los últimos años las fuerzas armadas del país acumularon graves deficiencias que fueron decididamente ignoradas por las autoridades.
«Todos los problemas que les permitieron a los talibanes derrotar al ejército tan rápidamente en 2021 se pusieron de manifiesto en 2015, cuando el grupo se apoderó temporalmente de Kunduz, una capital provincial en el norte de Afganistán: falta de moral, deserción, desgaste, corrupción, faccionalismo étnico, mala logística y una dependencia excesiva del respaldo de las fuerzas de operaciones especiales afganas» señaló Felbab-Brown en un artículo publicado en Foreign Affairs.
«El dramático colapso del ejército de Afganistán solo expone la podredumbre que se gestó en los pasillos del poder de Kabul durante años. No es de extrañar que la población afgana confiara tan poco en su gobierno, y no es de extrañar que una ciudad tras otra se rindiera a los talibanes esta semana», agregó.
Por otro lado, hay quienes señalan también errores en la retirada del país de las fuerzas internacionales lideradas por Estados Unidos. «La administración Biden podría y debería haber establecido la fecha límite de retiro (de su ejército) para diciembre en lugar de septiembre, dándole así más tiempo al ejército y al gobierno afgano para prepararse y enfrentar a los talibanes», argumentó Felbab-Brown. Pese a esto último, la llegada del nuevo régimen al poder tras la salida de norteamérica es un hecho que muchos consideraron inevitable.
Para ampliar: «Why the Taliban won» (Publicado por Vanda Felbab-Brown en Foreign Affairs el 17 de agosto de 2021).
4. ¿Cuál es el rol de Estados Unidos?

Luego de los atentados del 11 de septiembre, Estados Unidos invadió Afganistán por ser el refugio de una de las mayores redes de terrorismo internacional: Al Qaeda. Junto a una coalición de aliados internacionales y regionales, la Casa Blanca obligó a los talibanes a abandonar el poder en noviembre de 2001 y, desde entonces, mantuvo una importante presencia militar en el país.
Sin embargo, pese a que Estados Unidos y la OTAN destinaron miles de millones de dólares a entrenar y equipar a las fuerzas armadas afganas y permanecieron durante más de 20 años en la región, los talibanes se reagruparon y, gradualmente, recuperaron fuerza en las áreas más remotas del país.
Poco a poco, el apoyo de la opinión pública estadounidense a lo que muchos denominaron «la guerra sin final» se fue deteriorando. En 2019, el entonces Secretario de Estado del presidente Donald Trump, Mike Pompeo, firmó un acuerdo de cese al fuego con el líder de los talibanes en la ciudad de Doha (Qatar). Estados Unidos y sus aliados de la OTAN se comprometieron a retirar sus tropas en un plazo de 14 meses si los rebeldes cumplían con el tratado y no apoyaban a redes terroristas. El gobierno afgano no participó ni de las negociaciones ni de la firma del acuerdo.

En abril de este año, cumpliendo con las promesas de su antecesor, Joe Biden anunció la retirada definitiva de tropas estadounidenses del territorio afgano. En su anuncio, el presidente norteamericano reconoció que, después de dos décadas de ocupación, resultaba claro que la intervención y la presencia militar no transformaría a Afganistán en una democracia estable bajo los términos occidentales.
Durante los diez días posteriores a la retirada de Estados Unidos, las milicias rebeldes avanzaron sobre el país y llegaron a controlar todas las capitales regionales y los puestos fronterizos. La caída de Kabul no fue más que el final de un declive anunciado.
Para ampliar: «American Leaders Made Defeat in Afghanistan Inevitable» (Publicado por David French en Time, el 16 de agosto de 2021).
5. ¿Qué pasará con las mujeres?

El regreso de los talibanes al poder provocó el horror de gran parte de la población afgana, especialmente entre las mujeres. Durante sus años en el poder (1996 – 2001), los talibanes impusieron la ley islámica, o sharía, prohibiendo a las ciudadanas cualquier tipo de participación en la vida pública.
Entre otras terribles medidas, en aquel momento las milicias golpeaban a las mujeres que salían de su hogar sin estar acompañadas por un hombre de la familia, prohibieron la educación femenina e impusieron el uso obligatorio del burka. Bajo su régimen, las ciudadanas afganas no podían estudiar ni desempeñarse en la mayoría de los trabajos y se vieron obligadas a ocupar los roles sociales más limitados.
Con la salida de los talibanes del poder y la invasión de Estados Unidos, las mujeres hicieron grandes progresos en el país. Aunque esta vez los rebeldes aseguran que «respetarán sus derechos» y no impondrán aquellas viejas prácticas, el futuro es angustiante e incierto.
Para ampliar: «El regreso de los talibanes es catastrófico para las mujeres» (Publicado por Lynsey Addario en El País, el 17 de agosto de 2021).
6. ¿Cómo impacta en el mundo?

Lo que ocurre en Afganistán no es sólo un conflicto interno, sino también un escenario en el que se juegan los intereses de múltiples potencias extranjeras y regionales. Por el momento, grandes actores como Rusia, China e Irán – que mantienen diálogos con los líderes del movimiento desde hace décadas – permanecen en su lugar.
La principal preocupación de los gobiernos ruso y chino es el mantenimiento de la estabilidad en la región y el no apoyo, por parte de los talibanes, a redes terroristas y a las minorías islámicas que se expanden por otros países de Asia central, como Kazajistán y Uzbekistán. En el caso del gigante asiático, sus autoridades buscarán que los líderes del nuevo régimen no envíen asistencia a los militantes uigures presentes en la región de Xinjiang, a quiénes el Partido Comunista china somete en los «campos de reeducación», denunciados por múltiples organismos de derechos humanos.
Por su parte, algunos Estados vecinos, como Pakistán, recibieron con elogios al nuevo régimen. Irán, por ejemplo, definió al derrocamiento del gobierno afgano como «una oportunidad para restaurar la seguridad y una paz duradera en la región». India, por el contrario, perdió a un aliado importante y se enfrenta ahora a un profundo dilema de seguridad. «Mantuvimos relaciones políticas con Rusia, Irán y China durante muchos años. Mientras, India permaneció junto al gobierno apoyado por las potencias extranjeras. No está con nosotros», afirmó el portavoz talibán Suhail Shaheen en diálogo con el medio Foreign Policy.
Otro punto importante a considerar es la potencial crisis de refugiados que puede desatarse en la región. Las autoridades iraníes ya prometieron recibir a quienes huyen de la nación vecina, aunque con más de 2.8 millones de refugiados afganos ya instalados en su territorio y una economía en crisis, no es seguro cuán generosa será su apertura. Lo mismo aseguró el gobierno pakistaní, cuyo país probablemente se convertirá en el destino principal de quienes intentan escapar de la violencia y la instauración de la sharía.
Para las naciones europeas, la amenaza de una nueva crisis de refugiados similar a la de 2015 también está latente. Tanto, que algunos gobiernos ya se apresuraron a hacer declaraciones sobre el tema: Boris Johnson, el primer ministro británico, aseguró que el país recibirá a 20.000 afganos en un plazo de 5 años, mientras que el presidente francés Emmanuel Macron exigió a la Unión Europea una política fronteriza «robusta» frente a los «ingresos irregulares de personas» provenientes del país asiático.
Para ampliar: «Afganistán: cómo EE.UU., China, Rusia, Irán y Pakistán están involucrados en la lucha por el futuro de ese país» (Publicado por Norberto Paredes en BBC Mundo el 16 de agosto de 2021).