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- Este 11 de marzo se cumplió el primer aniversario de la declaración del COVID-19 como pandemia por parte de la Organización Mundial de la Salud (OMS). En esta nota, hacemos un balance de sus impactos en el mundo.
- En el ámbito económico, organismos como el FMI y el Banco Mundial demuestran que en 2020 la contracción del crecimiento económico mundial fue de -3,5%. Si bien se espera un repunte en 2021, expertos temen que éste ocurra de manera desigual, ampliando aún más las desigualdades sociales.
- El mundo del trabajo también se vio notablemente afectado por la pandemia. Según la OIT, durante el año pasado se perdió el 8.8% de las horas de trabajo a nivel mundial, lo que equivale a 255 millones de empleos a tiempo completo.
- En materia climática, el riesgo es caer en un falso optimismo: si bien en 2020 se registraron caídas históricas en las emisiones de CO2, los programas de recuperación económica sin enfoque verde pueden provocar un nuevo repunte en 2021.

El 11 de marzo de 2020, la Organización Mundial de la Salud (OMS) declaró a la enfermedad COVID-19, causada por el virus SARS-CoV-2, como pandemia. En los días siguientes, prácticamente todos los países del mundo adoptaron estrictas medidas de confinamiento y la población – con excepción de los trabajadores considerados «esenciales» – debió encerrarse en sus casas.
En el último año, aprendimos mucho sobre el COVID y sus implicancias. Sabemos que, pese a ser un fenómeno global, no impactó a todos por igual, sino que acentuó aún más las marcadas desigualdades que se dan al interior y entre los países. También sabemos que la economía global sufrió una de sus peores recesiones desde la Gran Depresión de 1930, aunque algunos países se recuperaron mucho más rápidos que otros. Hoy, la carrera mundial por la vacuna marca la agenda internacional y amenaza con destruir los mecanismos globales de solidaridad y cooperación.
En el primer aniversario de la pandemia, creemos importante hacer un balance sobre algunos de los principales aspectos en dónde su impacto fue más fuerte. En esta nota, analizamos sus consecuencias para la economía, la desigualdad, el mundo laboral y el cambio climático en base a informes elaborados por organismos internacionales.
1. Economía: desplome y recuperación desigual.

Según el último informe del Fondo Monetario Internacional (FMI), en 2020 la economía global sufrió un fuerte colapso, que afectó con mayor virulencia a las mujeres, los jóvenes, los más pobres, los empleados del sector informal y los trabajadores en sectores de contacto personal intensivo. El organismo estima que la contracción del crecimiento mundial el año pasado fue de -3,5% (si bien este número es 0,9 puntos porcentuales mejor de lo proyectado inicialmente, gracias al dinamismo registrado en el segundo semestre del año).
Asimismo, el Banco Mundial (BM) asegura que la recesión global y las políticas económicas vinculadas a la pandemia provocaron un fuerte aumento de los niveles de deuda en los mercados emergentes y las economías en desarrollo. Como resultado, podrían darse mayores nivel de incumplimiento y de sobreendeudamiento, especialmente en los países con menores ingresos.

En cuanto a las perspectivas para 2021, se estima que la economía global crecerá un 5,5%, mientras que para 2022 se proyecta un aumento del 4,2%. La producción de vacunas y las políticas de respaldo impulsadas en algunas de las mayores economías del mundo provocaron que, en enero de este año, las proyecciones aumentaran 0,3 puntos porcentuales con respecto a pronósticos anteriores, si bien preocupa la aparición de nuevas variantes de la enfermedad y la llegada de nuevas olas de contagios.
De acuerdo con el FMI, la solidez de las recuperaciones económicas varían considerablemente entre países, y depende del acceso a intervenciones médicas, de la eficacia de las políticas públicas, de la exposición a repercusiones económicas transfronterizas y de las características estructurales de cada economía.
Para ampliar: Resumen anual 2020: El impacto de la COVID-19 en 12 gráficos (Publicado por el Banco Mundial el 14 de diciembre de 2020).
2. Incremento de la desigualdad y profundización de la brecha de género.

De la mano de un marcado desplome de la economía global, se produjo un aumento de los niveles de desigualdad. En diciembre de 2020, el Banco Mundial sostuvo que la pandemia de COVID-19 marcó el primer retroceso en la lucha global contra la pobreza, tras décadas de avances.
«En los análisis más recientes se advierte que este año la COVID-19 ha empujado a 88 millones de personas más a la pobreza extrema, y que esa cifra es apenas un punto de partida», argumentó el organismo en uno de sus últimos informes. «En el peor de los casos, podría llegar a 115 millones», agregó.
Asimismo, el Grupo del Banco Mundial (GBM) estima que el mayor porcentaje de los nuevos pobres viven en Asia meridional, África subsahariana, Asia oriental y la región del Pacífico. «Es probable que […] muchos de los nuevos pobres trabajen en los servicios informales, en la construcción y en la manufactura, sectores en los que la actividad económica se ve más afectada por los confinamientos y otras restricciones a la movilidad», detalló el organismo en la última edición del informe La pobreza y la prosperidad compartida.

Uno de los factores que más repercutió en el aumento del hambre en el mundo es el incremento de los precios de los alimentos que, según estimaciones del BM, rondó el 14% en 2020. Entre los motivos, se destaca una combinación de caída de ingresos y alteraciones tanto en los mercados como en el suministro de productos debido a las restricciones en el transporte. A ello, debe sumarse el impacto de la crisis climática, manifestada a través de invasiones de plagas – como langostas – y la presencia de climas erráticos, cada vez más frecuentes.
«Los sistemas alimentarios del mundo soportaron numerosas conmociones en 2020, desde los impactos económicos en los productores y consumidores hasta las plagas de langostas del desierto y el clima errático».
Banco Mundial.
Por otro lado, la pandemia también contribuyó a ampliar la brecha de género a nivel mundial, especialmente en países con menores ingresos o en vías de desarrollo. De acuerdo con un informe publicado por UN Women, la crisis económica empujará a más mujeres que hombres a la pobreza.
Como resultado, según un reporte del organismo, en 2021 se espera que haya 118 mujeres de entre 25 y 34 años viviendo en condiciones de pobreza extrema por cada 100 hombres del mismo rango etario, proporción que podría aumentar a 121 por cada 100 para 2030.
«El resurgimiento de la pobreza extrema como resultado de la pandemia ha revelado la precaria seguridad económica de las mujeres», señaló al respecto la especialista en estadística y coautora del informe From Insights to Action, Antra Bhatt. “Las mujeres suelen ganar menos y tienen trabajos menos seguros que los hombres. Con la caída de la actividad económica, las mujeres son particularmente vulnerables a los despidos y la pérdida de medios de vida «, agregó.
A estos datos, debe agregarse el hecho de que las industrias más afectadas por la pandemia – servicios de comida, venta minorista y entretenimiento – son las que poseen una mayor cantidad de empleadas de sexo femenino. El 40% de todas las mujeres empleadas trabajan en los sectores económicos más afectados, en comparación con el 36.6% de los hombres.
Para ampliar: «COVID-19 and its economic toll on women: The story behind the numbers» (Publicado por UN Women el 16 de septiembre de 2020).
3. El impacto en el mundo del trabajo

Sin lugar a dudas, la pandemia también impactó fuertemente en el mercado laboral.
Para empezar, los niveles de empleo fueron severamente afectados. De acuerdo con datos publicados por la Organización Internacional del Trabajo (OIT), en 2020 se perdió el 8.8% de las horas de trabajo a nivel mundial, lo que equivale a 255 millones de empleos a tiempo completo.
Según el organismo, la pérdida fue especialmente fuerte en las regiones de América Latina y el Caribe, Europa y Asia meridional y fue aproximadamente cuatro veces mayor a la registrada durante la crisis de 2009. Asimismo, la tasa de desocupación se incrementó en un 1.1%, alcanzando 6.5 puntos porcentuales.
Si bien las perspectivas de recuperación económica son optimistas, existe el riesgo de que ésta se produzca de manera dispar. En esta línea, en el mejor de los casos, para 2021 la OIT estima una pérdida del 1,3 por ciento de la cantidad de horas de trabajo a escala mundial, con respecto al último trimestre de 2019 (en el panorama más pesimista, la cifra asciende al equivalente de 130 millones de empleos a tiempo completo).
Para ampliar: «La COVID‑19 y el mundo del trabajo. Séptima edición» (Publicado por la Organización Internacional del Trabajo el 25 de enero de 2021).
4. Cambio climático: ¿un avance?

A lo largo de 2020, mucho se habló sobre el hecho de que la pandemia podría ser «un alivio» para la crisis climática, debido a la caída en las emisiones de CO2 provocada, entre otras cosas, por las medidas de aislamiento globales y la baja en la demanda de energía.
De acuerdo con los datos publicados por la Agencia Internacional de Energía (IEA), las emisiones de dióxido de carbono durante todo el año pasado disminuyeron un 5.8%, en lo que fue la mayor caída anual registrada desde la Segunda Guerra Mundial.
Sin embargo, existe evidencia de que un rápido repunte en la demanda de energía y la implementación de políticas de recuperación económica sin enfoque ecológico – que refuercen, por ejemplo, los subsidios a los combustibles fósiles – podría provocar un rápido repunte en 2021.
«Lo que suceda con la demanda de energía y las emisiones en 2021 y los años subsiguientes dependerá de cuánto énfasis pongan los gobiernos en las transiciones de energía limpia en sus programas de recuperación económicos», detalló el informe de la IEA. «Evitar un repunte de las emisiones requiere cambios estructurales rápidos en la forma en que usamos y producimos energía», subrayó.
Hasta el momento, los datos no son alentadores: en diciembre de 2020 las emisiones fueron un 2% superiores a los niveles registrados ese mismo mes de 2019. Eso ocurrió, en gran parte, debido a las medidas de recuperación económicas implementadas por los gobiernos y la falta de políticas públicas que incentiven una transición energética.
«En marzo de 2020, la IEA instó a los gobiernos a poner la energía limpia en el centro de sus planes de estímulo económico para garantizar una recuperación sostenible. Pero nuestras cifras muestran que estamos volviendo a los negocios habituales intensivos en carbono«, declaró el Dr. Fatih Birol, director ejecutivo de la Agencia Internacional de Energía.
«Si se confirman las expectativas actuales para una recuperación económica global, y en ausencia de grandes cambios de política en las economías más grandes del mundo, es probable que las emisiones globales aumenten en 2021″, agregó.
Sin embargo, desde el organismo se mantienen optimistas y resaltan algunos incipientes logros de las principales economías del mundo: el regreso de Estados Unidos al Acuerdo de París, el plan de China para alcanzar la neutralidad de carbono, el avance del Green New Deal en Europa, la transición energética India y la concreción de la COP26 hacia finales de año en el Reino Unido.
Para ampliar: «En números: ¿fue la pandemia un respiro para el planeta en 2020?» (Publicado por Tais Gadea Lara el 10 de marzo de 2021 en RedAcción).
Exelente nota! Gracias
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