Sudán: acuerdo de paz y futuro incierto.

Si sólo tenés 5 minutos:

  • El 31 de agosto, el gobierno de Sudán y cinco grupos rebeldes firmaron en Yuba, la capital del vecino Sudán del Sur, un acuerdo de paz que finalizó 17 años de conflictos y guerras civiles en las provincias de Darfur, Kordofán del Sur y Nilo Azul.
  • Es la culminación de un proceso de negociaciones que comenzó un año atrás, cuando el dictador Omar Hassan al-Bashir fue derrocado y en su lugar asumió un gobierno cívico-militar de transición, que prometió convocar a elecciones en los próximos años.
  • Si bien el acuerdo es considerado un gran primer paso hacia una paz duradera y estable, Sudán aún enfrenta muchos desafíos. Además de que dos de los principales grupos rebeldes no participaron de las negociaciones, el país atraviesa una profunda crisis económica, acompañada por inundaciones y brotes de polio que llevaron al gobierno a declarar el estado de emergencia

El pasado 31 de agosto, el gobierno de Sudán y cinco grupos rebeldes firmaron en Yuba, capital del vecino Sudán del Sur, un histórico acuerdo de paz que puso fin a más de 17 años de guerras civiles y conflictos internos en las regiones de Darfur, Kordofán del Sur y Nilo Azul. Se trata del resultado de un proceso de negociación que comenzó un año atrás, luego de que en abril de 2019 el dictador sudanés Omar Hassan al-Bashir fuese derrocado por una alianza cívico – militar, que prometió alcanzar la paz e instaurar un gobierno democrático en el país.

Según The New York Times, el acuerdo es considerado un primer paso hacia una paz más duradera, si bien es visto con cautela por los observadores internacionales. Después de todo, tanto en 2006 como en 2011 se llevaron a cabo intentos fallidos de reconciliación y, en esta oportunidad, dos grupos rebeldes se negaron a participar de las negociaciones. Además, a pesar de las conversaciones entre el gobierno y las milicias, hasta julio de este año continuaron reportándose atrocidades en Darfur.

“Hoy es el comienzo del camino hacia la paz, una paz que necesita una voluntad fuerte y sólida”, declaró el actual primer ministro sudanés Abdalla Hamdok. Durante la firma del acuerdo, Hamdok estuvo acompañado por el teniente general Abdel Fattah al-Burham, jefe del Consejo Soberano de Sudán, y su adjunto, el teniente general Mohamed Hamdan, antiguo funcionario de al-Bashir acusado de dirigir milicias genocidas. También participaron del evento representantes de los gobiernos de Etiopía, Egipto, Chad y Gran Bretaña, junto con el presidente de Sudán del Sur, Salva Kiir.

Según Naciones Unidas, desde su inicio en 2003 el conflicto en la región de Darfur provocó más de 300.000 muertes y cerca de 2.7 millones de desplazados. Al mismo tiempo, los enfrentamientos en las provincias de Kordofán del Sur y Nilo Azul – ubicadas al sur del país – causaron cientos de miles de muertos desde su erupción en 2011.

Para ampliar: Sudan Signs Peace Deal With Rebel Alliance (Publicado por The New York Times el 31 de agosto de 2020).

Una larga historia de conflictos

El ex dictador sudanés, Omar Hassan al Bashir.

Hasta el momento de su independencia, la historia de Sudán estuvo ligada a los intereses de Egipto y del Imperio británico, que dominaron su territorio desde principios del siglo XIX. Durante aquellos años, mientras la región del norte permaneció bajo la influencia de El Cairo y del mundo árabe, las provincias del sur – en las que predominaban las culturas, las lenguas y las religiones tradicionales africanas – fueron gobernadas por el gobierno inglés que hasta 1948 aplicó un modelo de administración conocido como «Distrito Cerrado», provocando el aislamiento de las zonas periféricas.

Como resultado de esta doble administración, el norte del país, de mayoría musulmana, experimentó un desarrollo económico, político y social superior a las regiones sureñas, en las que continuó vigente un antiguo sistema tribal. Las consecuencias del legado colonial marcarán la historia de Sudán muchos años después de su independencia, declarada el primero de enero de 1956.

Desde aquel momento, la vida política interna del país estuvo plagada de conflictos y, en más de 60 años, la población sólo experimentó un breve período de paz entre 1972 y 1983. En 1989, tras una larga cadena de enfrentamientos armados, un golpe de Estado llevó al poder a uno de los dictadores más crueles del continente: Omar Hasán Ahmed al Bashir, que inició el proceso para convertir a Sudán en una República Islámica, reinstauró la sharía en 1991 y suprimió cualquier avance democrático, prohibiendo los partidos políticos y persiguiendo a sus opositores.

Las medidas de al Bashir recrudecieron los enfrentamientos con las provincias del sur, que bajo el liderazgo del Ejército de Liberación del Pueblo de Sudán (ELPS), luchaban desde 1983 por una mayor autonomía del gobierno del norte y por el respeto de sus libertades religiosas y culturales. La larga guerra civil finalizó en 2005 con la firma del Acuerdo General de Paz, que posibilitó en 2011 la declaración de Sudán del Sur como Estado independiente luego de un referéndum popular.

Mapa del conflicto sudanés. Fuente: The Lancet.

Sin embargo, la paz estaba lejos de instalarse definitivamente en el país. En 2003, en la provincia sudanesa de Darfur se desató una de las peores crisis humanitarias del siglo XXI, al tiempo que hacia 2011 surgieron nuevos enfrentamientos en las regiones del Kordofán del Sur, Nilo Azul y Abyei, producto de disconformidades respecto al Acuerdo de Paz firmado en 2005.

En el caso de Darfur, en febrero de 2003 grupos rebeldes atacaron a fuerzas gubernamentales en la ciudad de Golo, reclamando mayor autonomía y un reparto más equitativo del poder y las riquezas nacionales. Los movimientos insurgentes pretendían unir sus reivindicaciones a las que en aquellos años mantenía el Ejército de Liberación del Pueblo de Sudán (ELPS) pero, ante la negativa de al-Bashir, decidieron iniciar un conflicto armado.

Dado que muchos soldados de fuerzas armadas estatales no querían combatir contra rebeldes de su propia etnia, al Bashir decidió apoyar la conformación de milicias árabes en la región, conocidas como “janjaweed”, que pronto se convertirían en el grupo armado más sanguinario de Sudán. La respuesta del gobierno a los insurgentes de Darfur tomó el carácter de limpieza étnica y llevo a que el ex dictador sea acusado por crímenes de lesa humanidad, crímenes de guerra y genocidio. En 2009 y 2010, la Corte Penal Internacional emitió dos órdenes de arresto en su contra, si bien él continúa negando las acusaciones.

Por otra parte, tras la firma del Acuerdo de Paz de 2005 y la independencia de Sudán del Sur en 2011, surgieron nuevos enfrentamientos en las provincias de Kordofán del Sur y Nilo Azul, que lucharon junto a las fuerzas del ELPS pero continuaron formando parte de Sudán. A pesar que el tratado había prometido realizar un referéndum en aquellas regiones – ricas en petróleo y recursos naturales – el gobierno de al-Bashir inició una ofensiva militar, desatando un conflicto que se extendió durante casi una década.

De acuerdo con el periodista Callum Macrae, el objetivo de las facciones rebeldes no era formar parte de Sudán del Sur, sino derrotar al régimen de al Bashir e instaurar la democracia en el país, terminando con décadas de discriminación contra la etnia Nuba, a la cual pertenecen

Para ampliar: «Más allá de Darfur: las guerras olvidadas de Sudán» (Publicado por Juan Bautista Cartes en El Orden Mundial el 2 de abril de 2018).

La paz y el futuro de Sudán

Abdalla Hamdok, actual primer ministro de Sudán y ex  Secretario Ejecutivo Adjunto de la Comisión Económica para África de las Naciones Unidas.

Después de permanecer 30 años en el poder, el 11 de abril de 2019 Omar al Bashir fue derrocado por una coalición cívico – militar, luego de meses de protestas populares en su contra. Según reportó la BBC, aquel día el ministro de defensa nacional Awad Ibn Ouf informó por cadena nacional que el ejército había decidido tomar el control del país por un período de transición de dos años, luego del cual convocarían elecciones.

Desde entonces, el país se encuentra gobernado por un gobierno de coalición integrado por civiles y militares, algunos de ellos – como el ya mencionado Mohamed Hamdan – acusados de cometer atrocidades durante el régimen de al Bashir. Según la BBC, las negociaciones con los grupos rebeldes fueron posibles debido a la confianza de éstos últimos en las buenas intenciones del primer ministro, Abdalla Hamdok.

Entre otras cosas, el tratado de paz firmado a fines de agosto promete repartir el poder entre el gobierno de transición y los grupos insurgentes, entregándoles puestos ejecutivos y legislativos hasta que se realicen elecciones nacionales. Además, soldados rebeldes serán incorporados a las milicias estatales y el gobierno nacional brindará ayuda para que los cientos de miles de desplazados puedan volver a sus hogares.

Sin embargo, a pesar de que el acuerdo da por finalizado conflictos históricos, aún deben sortearse numerosos desafíos para instalar una paz estable y duradera en Sudán. Actualmente, el país atraviesa una marcada crisis económica, exacerbada por la pandemia de coronavirus y recientes inundaciones, que han llevado al gobierno a declarar el estado de emergencia.

Pero además, existe un punto crucial para lograr la estabilidad, no sólo política sino económica: la salida de Sudán de la lista de Estados patrocinadores del terrorismo, elaborada por la Casa Blanca. Esto último no sólo eliminaría las sanciones económicas contra el país, sino que permitiría la condonación de parte de su deuda externa e incentivaría algunas inversiones. Hacia fines de agosto, el secretario de Estado norteamericano Mike Pompeo visitó el país para discutir la normalización de las relaciones y la transición hacia la democracia. Washington, sin embargo, parece querer algo a cambio: el reconocimiento del gobierno sudanés del Estado de Israel.

Para ampliar: «How Sudan’s rebel deal offers lifeline for peace» (Publicado por la BBC el 9 de septiembre de 2020).



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