Desde sus inicios en 1959, por primera vez en su historia el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) estará encabezado por un norteamericano. Mauricio Claver-Carone, el postulante de Trump para presidir el organismo, no tiene competidores en la carrera electoral que concluirá entre el 12 y 13 de septiembre, y que definirá la salida de Luis Moreno.
El único que le hacía sombra al próximo director, aunque sea un poco, era el argentino Gustavo Béliz, actual secretario de Asuntos Estratégicos del Gobierno argentino. Sin embargo, la candidatura del caballito de batalla de Alberto Fernández, López Obrador y algunos otros países que integran el BID (también apoyado por la UE), fue retirada en las últimas horas ante el escaso consenso regional.
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La Casa Rosada argentina expresó anoche su nueva postura: «Dejamos sentada nuestra coincidencia con las múltiples y respetadas voces de las mas variadas procedencias políticas, académicas, sociales e ideológicas, que han expresado la inconveniencia para America Latina y el Caribe de vulnerar una tradición de gobernanza regional de la institución, que se ha mantenido durante sus 60 años de existencia como un ámbito plural, al servicio del interés de los latinoamericanos y caribeños y sin convertirse en una herramienta de intervencionismo diplomático de naturaleza alguna”. Además anunció que se abstendrá a votar, evitando así dar un paso en falso en contra de Estados Unidos.
Este nuevo panorama da un giro histórico en la región. Tradicionalmente el BID siempre fue presidido por latinoamericano, pero la administración de Donald Trump, si continúa en el puesto, no está dispuesta a perder terreno al sur de la frontera. Cuba, Venezuela y otros varios regímenes de centro América interesan en La Casa Blanca, aunque esta aspiración a dirigir el organismo se debe, según los analistas, a contrarrestar el avance inversionista de China en Latinoamérica, aprovechando una caída.
Este es un indicio que dejó claro Claver-Carone, director principal para Asuntos del Hemisferio Occidental en el Consejo de Seguridad Nacional de Estados Unidos, en reiteradas oportunidades en conjunto con la postura de Trump. Tiempo atrás sus asesores explicaban que convertirían al BID «en un peso pesado del sector financiero para contrarrestar la influencia china», que se ha convertido en un socio comercial fundamental para varios gobiernos.
Algunos especialistas temen del control que puede ejercer Washington en la región. Otros desconfían de la experiencia de Claver-Carone en ámbitos de desarrollo, pobreza e inversión en una realidad muy diferente a la de EEUU. Lo cierto es será quien mande dentro del BID.