Si sólo tenés 5 minutos:
- Actualmente, los países de Medio Oriente se enfrentan a dos grandes crisis: la pandemia de coronavirus y la caída del precio del petróleo, que podrían generar estragos si consideramos la precariedad de los sistemas sanitarios y la alta dependencia de las economías nacionales a ese recurso.
- El derrumbe de los precios del crudo impactará fuertemente en las economías de los estados árabes. Como resultado, los Gobiernos se enfrentan a una gran inestabilidad que, en algunos casos, profundiza crisis económicas preexistentes.
- Además, gracias al deterioro económico y sanitario que provocará el coronavirus en la región, es probable que aumente el enojo y el descontento social. Sin embargo, también existe un estado que podría beneficiarse de la situación tanto en términos económicos como geopolíticos: Arabia Saudita.

En la actualidad, Medio Oriente es una de las regiones más inestables del mundo. Desde hace más de cinco años, existen tres conflictos bélicos en curso – en Libia, Yemen y Siria – que involucran tanto a grupos armados internos como a potencias extranjeras. Además, a fines de 2019 y debido a una grave crisis económica, surgieron en El Líbano e Iraq revueltas populares que lograron derrocar a sus respectivos gobiernos, demandando una reforma política profunda. En Israel, por otra parte, se realizaron tres elecciones en el último año y, recientemente, el mandatario Benjamín Netanyahu aumentó la tensión con sus vecinos tras amenazar con una posible anexión de los territorios de Cisjordania. No debemos olvidarnos, además, de los cientos de miles de desplazados y refugiados que viven hacinados en los campos de Jordania y otros países de la región.
A este contexto tan complejo, en los últimos meses se sumaron dos grandes crisis: la pandemia de coronavirus y la caída del precio del petróleo, que podrían generar estragos considerando los precarios sistemas sanitarios y la alta dependencia de las economías nacionales a ese recurso. Paul Salem, presidente del Instituto de Medio Oriente de Washington D.C, aseguró que el covid-19 podría provocar más muertes que todos los enfrentamientos ocurridos en la región desde la Primera Guerra Mundial. Además, la cotización del crudo en valores negativos significó un shock devastador para los estados productores.
En este artículo, analizamos las consecuencias de las crisis que azotan a Medio Oriente y evaluamos los posibles escenarios que marcarán el futuro de la región.
COLAPSO ECONÓMICO
Si bien para muchos países en desarrollo se trata de una bendición, el derrumbe de los precios del petróleo impactará fuertemente en las economías de los estados árabes. «No veo cómo Medio Oriente podría recuperarse», afirmó Suzanne Maloney, de The Brookings Institution, a la revista The New Yorker. «Esto tendrá un impacto catastrófico, porque la combinación de Covid-19 y el colapso del precio del crudo afecta a los estados productores de petróleo que, a su vez, han sido fuente de generosidad para el resto de la región», agregó.
Además, la pandemia de coronavirus impactó severamente a la industria turística y al comercio, ya que interrumpió las tradicionales celebraciones de Ramadán – el mes más importante para la religión musulmana – como la peregrinación a La Meca o la festividad de Eid al-Fitr. En Jordania, por ejemplo, las consecuencias podrían ser graves para los pequeños comerciantes, que son responsables del 75% del PBI del país. Según destaca la cadena AlJazeera, pequeñas empresas y negocios familiares, que anticipaban una buena temporada de ventas durante Ramadán, se encuentran hoy al borde de la quiebra.
Como resultado, los Gobiernos se enfrentan a una gran inestabilidad que, en algunos casos, profundiza crisis económicas preexistentes. En Jordania, fuentes oficiales confirmaron a AlJazeera que el país atraviesa desde hace años una fuerte recesión, que podría agravarse en los próximos meses. En Algeria, el Gobierno anunció que reduciría el presupuesto estatal a la mitad, considerando que sus ingresos dependen en un 60% de las regalías del petróleo. La situación también es compleja en el Líbano, cuya economía colapsó antes de la pandemia; y en Irán, que ya se encontraba afectado por las sanciones impuestas por Estados Unidos en 2018.
Para ampliar: «The Coronavirus Oil Shock is Just Getting Started» (Publicado por The New Yorker el 23 de abril de 2020).
AUMENTO DE LA VOLATILIDAD SOCIAL
Según detalló el periodista Jeremy Bowen en un artículo publicado por la BBC, cerca del 60% de la población de los países de Medio Oriente tiene menos de 30 años, lo cual podría significar una ventaja a la hora de combatir el coronavirus y prevenir un elevado número de muertes. Sin embargo, este factor también podría aumentar la conflictividad en la región, ya que muy probablemente los jóvenes sean los más afectados por la crisis económica.
Es importante recordar que, meses antes del inicio de la pandemia, fue la población más joven la que encabezó las protestas sociales que surgieron en varios países de la región. En Líbano, en octubre de 2019 el colapso de la moneda y la caída de la economía nacional originaron protestas en todo el país, que provocaron la renuncia del primer ministro Saad Hariri. Si bien con la llegada del coronavirus y la imposición de la cuarentena obligatoria los manifestantes se recluyeron en sus hogares, decidieron regresar a las calles luego de que el Gobierno anunciara el inicio de la reapertura progresiva. Antoine Saad, un abogado que participó de las últimas protestas en Beirut, afirmó al Washington Post: «detuvimos la revolución por el coronavirus. Pero ahora nos enfrentamos a la quiebra, al hambre. Por supuesto que vamos a levantarnos para cambiar a toda la clase política».
A fines del año pasado también surgieron levantamientos sociales masivos en Iraq, debido a la corrupción gubernamental, el elevado nivel de desempleo y la decadencia de los servicios públicos. Según detalló la BBC, los manifestantes eran, en su gran mayoría, estudiantes y jóvenes menores de treinta años que pertenecían a diversos grupos sociales y no contaban con líderes políticos que canalizasen sus demandas. La conocida como «Revolución de Octubre 2019» provocó la renuncia del primer ministro Adil Abdul-Mahdi en noviembre y el rechazo popular de los sucesivos candidatos propuestos por la elite para ocupar el poder. A fines de abril, El Mundo informó que, tras el decreto de medidas para relajar el confinamiento, se produjeron nuevas protestas en Bagdad.
En síntesis, gracias al deterioro económico y sanitario que provocará el coronavirus en la región, es probable que aumente el enojo y el descontento social. En su artículo, Bowen aseguró: «Los levantamientos de 2011 fueron impulsados por la ira de los jóvenes que creían que su futuro estaba siendo robado. Sus esperanzas de cambio fueron en su mayoría derrochadas o aplastadas. Pero la ira comenzó a manifestarse de nuevo antes de la pandemia. El daño que está causando el virus podría crear otra erupción política».
Para ampliar: «Coronavirus stokes Middle East boiling points» (Publicado por Jeremy Bowen en BBC, el 4 de mayo de 2020).
¿LA CONSOLIDACIÓN DE ARABIA SAUDITA?

La doble crisis que azota a los países de Medio Oriente no sólo tendrá consecuencias económicas y sociales sino también geopolíticas. En este sentido, existe un Estado que podría beneficiarse de la situación: Arabia Saudita.
En un artículo publicado en la revista Foreign Policy, el profesor de la Universidad de Columbia y ex asesor de Obama, Jason Bordoff, aseguró que el país podría emerger más fuerte de esta crisis, tanto en términos económicos como geopolíticos. En su opinión, las finanzas de Arabia Saudita demuestran estar preparadas para una tormenta de estas características, debido a que el gobierno de Riad no sólo posee reservas fiscales acumuladas sino que también cuenta con una alta capacidad de endeudamiento.
Además, Bordoff destacó que, al finalizar la crisis, el país incrementará sus ingresos petroleros y conquistará una mayor parte del mercado, debido a los recortes mundiales en la producción de crudo y al colapso de muchos de sus competidores. En este sentido, el autor se mostró escéptico sobre la posibilidad de que el consumo de combustibles fósiles disminuya luego de la pandemia gracias a una «reactivación verde», impulsada por los gobiernos.
Como resultado, la influencia saudí podría expandirse no sólo a nivel regional sino en todo el mundo. A comienzos de marzo, los principales productores de crudo acudieron al reino para que liderase a la OPEP en un histórico recorte de la producción, en un intento por evitar que el exceso de oferta de petróleo desbordase instalaciones de almacenamiento. La salida del país de las conversaciones con la OPEP+ a mediados de dicho mes y el inicio de una guerra de precios con Rusia evidenciaron no sólo el poder del gobierno de Riad sino también la debilidad de Moscú. Al respecto, Bordoff concluyó: «Analizando los próximos años, es difícil ver al reino en otro lugar que no sea en una posición de fortaleza. Más allá de la crisis inmediata, la pandemia terminará reforzando el poder geopolítico de Arabia Saudita y su papel protagonista en los mercados de crudo, sembrando la semilla para aumentar su cuota de mercado y sus ingresos petroleros».
Para ampliar: «The 2020’s Oils Crash Unlikely Winner: Saudi Arabia» (Publicado por Jason Bordoff en Foreign Policy el 5 de mayo de 2020).